lunes, 13 de agosto de 2012

Adultos Hiperactivos (I)

¿EXISTEN LOS ADULTOS HIPERACTIVOS?

El "mito" de que la hiperactividad adulta no existe es exactamente eso: un mito. La hiperactividad en adultos es una realidad clínica, que ha afectado y afecta negativamente a bastantes más personas de las que en principio supondríamos.

En la actualidad, alrededor de un 3% de población adulta sufre trastornos de déficit de atención (TDA) e impulsividad, y pueden presentar además hiperactividad. Las áreas más afectadas en sus vidas son las relaciones personales y los ámbitos laboral, vocacional o académico; de hecho, un auténtico TDA adulto tiene que tener afectado al menos estas dos áreas (relacional y laboral o similar). En conclusión: la existencia de la hiperactividad en adultos es irrefutable, y la afectación del TDA en las mujeres es más lastimosa y grave que en los varones, puesto que pasa más desapercibida, por los aspectos comórbidos.

SÍNTOMAS DEL TDAH EN ADULTOS

Los pacientes adultos con este trastorno relatan unas dificultades recurrentes durante años, dificultades que son consecuencia de los efectos negativos de los síntomas crónicos de su trastorno. Sin embargo, la mayor parte de los adultos que lo sufre desconocen el padecimiento de este trastorno, y han aceptado sus dificultades como originadas por su “amoralidad”, o por el contrario se rinden a ellas sin ninguna conciencia de estar afectados por nada, considerando que lo que les pasa es lo que le ocurre a toda persona “normal”. El desgaste y el deterioro son muy altos, puesto que sus sufrimientos y dificultades no son debidos a su ausencia de voluntad, sino a la imposibilidad de controlar sus sistemas ejecutivos.

En efecto, en los adultos con este trastorno (al igual que en los niños) existe una disfunción en las tareas ejecutivas, que son las que controlan, sincronizan y ponen en marcha tareas de atención, concentración y pensamiento previo a la actuación, además de regular lau activación emocional.

Los síntomas del TDAH  configuran una manera de ser, con una serie de características asociadas, siendo una de las más terribles la baja autoestima. El adulto con TDAH tienen un riesgo contrario al de la persona exitosa, en la cual cada logro refuerza el éxito y el autoconcepto. Para la persona que sufre el TDAH, cada fracaso va confirmando su “mal concepto de sí mismo”, su juicio de “yo no valgo nada”. Creencias y expectativas negativas sobre uno mismo funcionan como círculos viciosos,  operando al final casi automáticamente. Una conducta o una acción que “fracasa” redundan en un resultado insuficiente, tras el que entonces se siente mal, reaccionando con agresión. Cada vez que va a encarar una tarea está simultáneamente preparado para no poder enfrentarse a ella con éxito. Conclusión: se da internamente un no a sí mismo, y como resultado abandona la tarea.

A aquel niño que era hiperactivo, ahora le veremos con tamborileo de dedos, pequeñas sacudidas de pies, jugueteos silenciosos con objetos y teniendo la sensación de “tener un motor encendido por dentro”. También son signos habituales la sensación de inquietud o de excesiva energía, o comportamientos que parecen un poco acelerados (llevan la voz cantante, no esperan el turno en una conversación, se embarcan simultáneamente en varias tareas o proyectos) y en ciertos individuos también aparece cierta torpeza motriz.

EVOLUCIÓN DEL TDAH EN LA VIDA ADULTA.

En la edad adulta, si el trastorno no ha remitido totalmente, el grado de afectación de los pacientes se puede clasificar en cinco posibilidades sintomatológicas:

  1. El adulto no presenta mayores problemas, dado que durante su adolescencia la adaptabilidad le permitió aprender a  compensar los signos. El contexto ha contribuido favorablemente, quedando sólo unos rasgos de personalidad, en vez del cuadro sindrómico.
  2. Si bien el desorden ha disminuido, algunos aspectos o síntomas permanecen y le causan problemas.
  3. Continúa el síndrome completo, pero se manifiesta de maneras compatibles con el ser adulto.
  4. El desorden infantil ha predispuesto al adulto a un trastorno o varios trastornos, aumentando el riesgo de otras disfunciones en la adultez.
  5. El desorden infantil ha predispuesto al adulto a desplegar síntomas psiquiátricos.
El sufrimiento causado por el bajo desempeño escolar, los conflictos en las relaciones con los otros, las reprimendas y malas notas, han herido su autoestima y su identidad. Algunas de estas heridas quizá pudieron cicatrizarse, mientras que otras han dejado huellas dolorosas, o incluso siguen activas. A consecuencia de éstas, los adultos con TDAH sufren una serie de consecuencias en su vida diaria:

  • Sentirse constantemente inquietos
  • Dejar las tareas incompletas
  • Baja tolerancia a la frustración
  • Actuar sin medir consecuencias, sin pensar
  • No seguir ninguna consigna
  • Movimientos pequeños y rápidos
  • Desorganización en tareas, actividades y objetos
  • Desgana ante tareas que exigen una tarea mental sostenida
  • Verborragia
  • Dificultad para posponer gratificaciones
  • Impaciencia, no pueden esperar turno
  • Aburrimiento fácil
  • Búsqueda con ansia de actividades y estímulos potentes
  • Olvidos y pérdidas constantes
  • Responder precipitadamente antes de escuchar con profundidad
  • Interrupciones o invasiones a los demás
  • Soñar despierto
  • En ocasiones, se hiperconcentran o hiperfocalizan
Para ampliar información sobre el TDAH en adultos, podéis ver 

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