domingo, 26 de junio de 2011

Las Verdaderas Vacaciones - Editorial del programa "Contamos Contigo" (25 de junio de 2011)

La vida en las grandes ciudades es, cada día, más agobiante y se caracteriza por una ausencia de tiempo para dedicarse a otras cosas que no sean el trabajo y las ocupaciones relacionadas con la economía familiar. En realidad, no sólo de las grandes ciudades: también en las medianas e incluso, poco a poco, en las pequeñas.

Dejamos de ser personas, en el más amplio sentido de la palabra, seres humanos con sus circunstancias, seres queridos, aficiones, capacidades, inquietudes..., para convertirnos en máquinas de producir, sometidas cada vez a una mayor competitividad, al desafío de estar por encima o por delante de otro que aspira al mismo puesto que nosotros hemos conseguido. ¿O quizá no?, ¿o quizá sólo sean impresiones y sugestiones subjetivas?

No cabe duda de que las vacaciones, que hace años en España eran una oportunidad grandiosa de reunirse con toda la familia, de encontrarse en la casa común para verse y reír, para compartir momentos y emociones, para intercambiar experiencias..., todo eso, por desgracia, ha empezado a dejar paso a la escapada con fines terapéuticos, a la "desconexión" que nos libere del stress de todo el año, de nuestra presupuestada (y casi siempre financiada) salida a la playa, la montaña o el viaje por medio mundo, dependiendo de cómo esté el bolsillo.

Me aterra, por otra parte, esa contestación creciente a la pregunta, quizá inoportuna, de "qué vas a hacer estas vacaciones". "Nada", responde el interfecto o interfecta sin inmutarse; "tumbarme a la bartola y no dar un palo al agua". ¿Realmente estamos tan mal como para no plantearnos la más mínima actividad en vacaciones?, ¿es saludable pensar así, creer que el tiempo de vacaciones es para la holganza exclusivamente, sin más pretensiones ni inquietudes?

No les negaré mis planes: sueño con buenos libros y mucho tiempo para disfrutarlos. Con largos paseos junto al mar para poder ordenar ideas y fabricar proyectos. Sueño con noches de brisa llenas de buena música, con amaneceres de periódico y café, con siestas kilométricas. Pero también, sobre todo, con la compañía de aquellos que más me importan.

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